Empezamos el mes de Diciembre, justo con Adviento, y después llegara la Navidad, con la alegría de
reunirnos con toda la familia que viene de lejos, días muy ajetreados para mí, pero
me compensa, el poder disfrutar de los seres que mas quiero en esta vida.
Sigo con mi bella historia, llegamos a la plaza de toros, a
la hora convenida, empezamos a probar la megafonía, y todo estaba perfecto, se oía
mi voz, y las guitarras por toda la plaza (eran dos guitarras, mi guitarrista
habitual Quintana, y Andrés un joven guitarrista que llevamos en el grupo.) A nosotros
nos colocaron al lado de la presidencia,
y justo enfrente, se encontraba la Banda de musica. A las 4,30
empieza la corrida, en primer lugar sale el rejoneador, y cuando empieza con la
faena, justo después de poner banderillas, empiezo a cantar el fandango,
(fandango es un palo del flamenco) la letra de este fandango, la escribí
expresamente para el y su caballo, después debería seguir tocando la Banda de música, pero tanto le gusto mi forma de cantar que haciendo
una señal con la mano, ordeno que siguiera cantando yo, y así igualmente, los tres
toreros siguiente, por que Sergio Marin
que era el homenajeado, prefirió que durante toda su faena cantara yo en vez de
la Banda, para
el, yo tenia preparados varios temas
personalizados, y todos los agote, pero lo mas fantástico, ocurrió cuando le
llego el turno de torear a Antonio Nazare torero sevillano, durante
su faena empiezo a cantar, canto un solo
fandango, como estaba previsto, seguidamente empezó la Banda a tocar y con la mano
dio orden para que la Banda de música dejase de tocar, y con la espada
que llevaba en se muleta para llegado el momento matar al toro, levantando esa
espada, y mirando hacia arriba, donde nos encontrábamos, me dio la orden de que siguiera cantando, yo estaba
alucinando no me creía que me estuviera pasando esto. Cante varios fandangos, unas sevillanas, y las bulerias de Alfileres de Colores, de Miguel
Poveda, no podía entender ni comprender que la plaza estuviera aplaudiéndome a
mi, y gritando ¡ole ole ole! Lo supe
porque me miraban a mí, y me decían cosas bonitas, difícilmente de olvidar mientras yo
viva y tenga mi cabecita en condiciones. Cuando el torero, termino su faena y
dio muerte al toro, el publico recompenso toda su valía y arte a raudales y pidió
las dos orejas, finalmente dio la vuelta al ruedo, y cuando paso a la altura
nuestra me tiro, o mejor dicho me regalo una oreja. Continuara…………Saludos
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